GRADO UNDÉCIMO INSTITUTO MONTENEGRO 2022

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  El Gato Negro Por Edgar Allan Poe Autor: Edgar Allan Poe Año: 1843 Género: cuento, terror Guía de lectura para El gato negro: 1) ¿Cómo se describe a sí mismo el protagonista? 2) ¿Qué animales tenía y cuál era su preferido? 3) ¿Qué efecto tiene el alcoholismo en el personaje? 4) ¿Qué le sucede al gato? 5) ¿Qué le sucede al hombre después del incendio? 6) ¿Qué características tiene el segundo gato? 7) ¿Por qué la esposa del hombre muere? 8) ¿Cómo se enteran los policías de dónde estaba el cadáver? 9) ¿Qué función tiene en la lectura el primer párrafo del cuento? 10) Investiga de dónde proviene el nombre del gato, y a qué refiere. 11) ¿Cómo podrías explicar los sentimientos contradictorios del hombre? 12) ¿Quién es el narrador y desde qué circunstancia narra la historia? 13) ¿Qué interpretación le darías al cuento? ¿Natural o sobrenatural? 14) ¿Cuáles son los rasgos que hacen de este texto cuento de terror? Tener en cuenta no solo las acciones sino también las descripciones. Fuente:...

GRADO SÉPTIMO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA

Temática, periodo dos, año lectivo 2017.

Vídeo introductorio:
1. Los Géneros Literarios:

De forma muy sencilla podríamos decir que los géneros literarios son los diferentes grupos en los que se clasifican las obras literarias, atendiendo a criterios como estructura, temática, etc. Incluso podríamos utilizar una metáfora coloquial y afirmar que son los moldes en los que cada autor vierte su propia obra.

Por su parte, Spang (1996) expone distintas definiciones de diversos especialistas, para concluir afirmando que el concepto de género cambia, puede ser más estricto o más laxo, pero debemos tener siempre en mente estos cinco niveles a la hora de intentar una clasificación. Los distintos autores señalan numerosa cantidad de géneros y subgéneros, pero la retórica clásica ha diferenciado siempre tres grandes géneros, tal y como apunta también Francisco Abad:
 » Épica.
» Lírica.
 » Dramática.
Según Spang (1996), «cierta tradición de estudios de los géneros atribuye, sin fundamento, a Platón (República, Libro II), el origen de la división de los géneros en épica (narrativa), dramática y lírica que luego se habría desarrollado durante y después del renacimiento (p. 27.) Sea o no Platón el autor de esta división, pertenece, como ya dijimos, a la tradición clásica. A veces se añade un cuarto género, el didáctico. Narrativa, teatro y poesía son moldes que sirven para expresar la ficción, lo que no es real, y lo que, aunque sí es real, está idealizado a través de la magia de las palabras. Los tres géneros crean belleza y permiten al ser humano expresarse, pero lo hacen de tres formas muy distintas: » La épica es objetiva, narra hechos sucedidos (reales o no) y, actualmente, ha derivado en el género que más se frecuenta hoy en día: la narrativa.

» La lírica es subjetiva, describe sentimientos y el yo del poeta: actualmente ha derivado en la poesía. » La dramática sumerge al público en la emoción pura de la acción directa, está escrita en forma de diálogo y se le denomina también teatro.

La evolución de la épica en narrativa es algo moderno, así como la creación de teatro en prosa. Como ya hemos señalado, los grandes géneros se dividen en subgéneros: » Por ejemplo, el género dramático se divide, también según la retórica clásica, en tragedia y comedia. Hay que desterrar ciertos mitos según los cuales las personas piensan que comedia se asocia a risa y tragedia a final infeliz. Según la retórica clásica, la diferencia radica en los asuntos que trata cada cual. Así, la tragedia trata asuntos graves, sus personajes son heroicos y nobles y el final es ejemplar. La comedia trata asuntos cotidianos, sus personajes son plebeyos y el final es siempre feliz. En el epígrafe «Lírica: definición y características» desarrollaremos estos conceptos. » Por su parte, el género narrativo se divide en subgéneros clásicos, que son los eminentemente épicos, y subgéneros modernos. El concepto «moderno» aquí es relativo, dado que se considera que la primera novela moderna es Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.

» Novela. Narración extensa de trama compleja, en la que se narra una historia creando un mundo de ficción que parece real, en eso consiste la verosimilitud. Cervantes fue el creador de la novela moderna.
La narración posee unos elementos y una estructura. Los elementos de la narración son los siguientes: » Narrador
» Personajes
 » Espacio
 » Tiempo
El narrador es la voz que cuenta la historia. Un error muy común consiste en confundir narrador con autor, cuando son dos realidades distintas: el autor es una persona y el narrador es un personaje.
 » El autor es una persona real que escribe la historia, que brota de su imaginación.
» El narrador es un personaje de ficción, creado por el autor, que presenta y relata la historia. Por poner un ejemplo de esta dualidad, el autor puede ser hombre y el narrador mujer, como sucede en la novela Mientras ella sea clara, de Carlos Villar. El narrador puede relatar la historia en primera,
segunda o tercera persona y, según lo haga, existirán diversas maneras de tipificarlo.
» En primera persona, el narrador se mezcla en la narración como un personaje más. La primera persona es propia de memorias y autobiografías, pero también de relatos que el autor nos quiere hacer cercanos, íntimos o creíbles.
El narrador puede ser:
 1. Protagonista: narrador y protagonista de la historia están fundidos en uno.
2. Testigo: el narrador es un personaje secundario que relata lo que le sucede al protagonista, ya que él «lo vio».
Un ejercicio muy fructífero en el aula será el de ofrecer a los alumnos una misma historia y proponer su narración desde estos dos tipos distintos de narrador: así, una trama de amor no resultará igual contada por el chico o la chica que se enamora, que por el amigo que los presentó e hizo de «Cupido».
» En segunda persona. Este es un tipo de narrador infrecuente, reservado para ejercicios literarios. El narrador se dirige a sí mismo y se cuenta una historia. Suele abundar en determinados tipos de poesía narrativa, por ejemplo en «El Brocal», de Pablo Moreno Prieto.
«El pueblo de tu madre sobre una vega limpia, el pozo en la penumbra de aquel patio, frío bajo tus manos como un inmenso círculo. ¿Cómo hablar de mi infancia sin el miedo? Tirabas al brocal y el eco de una piedra sobre el agua resolvía el enigma. Entonces te marchabas» (Moreno, 2008, p. 12).

» En tercera persona. Este es el narrador tipo de las grandes novelas realistas del siglo XIX. Se distancia de los personajes y relata lo ocurrido desde fuera, pero puede hacerlo de dos formas muy diferentes:
1. El narrador objetivo cuenta los hechos como ocurren, sin adentrarse en la conciencia del personaje, sin pretender saber más que ellos.
2. El narrador omnisciente, en cambio, lo sabe todo sobre la historia que relata. Al igual que el narrador objetivo, no forma parte de la acción como personaje, pero a diferencia de él, está por encima de los personajes, penetra en el interior de la conciencia de los personajes, revela su personalidad y, en ocasiones, puede juzgarlos. Este narrador no tiene límites de espacio o tiempo, puede narrar el pasado y el futuro e incluso estar en varios lugares a la vez. Los personajes son quienes dan vida a la historia: sin personajes no hay historia. Existen diversos modos de clasificarlos, pero según la acción de la trama pueden ser:
 » Principales: protagonizan la historia y sus acciones son el núcleo de la trama.
 » Secundarios: no protagonizan la trama, pero sus acciones inciden directamente en ella, modificando el comportamiento y el desenlace de los personajes principales.
» Comparsas: no son principales ni secundarios, su acción no cambia la trama de la historia, se dedican a «amueblar» la narración.
Una clasificación propia de los cuentos tradicionales es la que divide a los personajes principales en protagonista y antagonista. Ambos aparecen durante toda la obra, compartiendo importancia dentro de la trama.
 El tiempo que ocupan sus acciones y la relevancia de estas dentro de la narración es idéntico, pero, en cambio, en caracteres y acciones son contrarios, es decir, uno se opone a los fines del otro.
Dentro de la narrativa tradicional, el protagonista adopta el rol del «bueno», mientras que el antagonista adopta el papel del «malo». Un ejemplo sería el de Caperucita y el lobo.

 Respecto a la estructura, toda narración se divide en: planteamiento, nudo y desenlace.

» En el planteamiento se introduce la historia y se ponen los cimientos para que el lector entienda y haga suya la trama. El planteamiento debe ocupar los primeros párrafos de una narración y en él deben presentarse el narrador y los personajes. La misión del narrador en esta primera parte de la historia es hacer que el público empatice con los personajes y conozca lo suficiente de ellos como para encarar el nudo. En otras palabras, durante el planteamiento se ha de crear una atmósfera que haga que el lector esté completamente inmerso en la historia para cuando llega el nudo.
 » En el nudo se presenta un obstáculo o dificultad que hace que la narración resulte interesante. El nudo es el núcleo de la narración: sin él no hay historia. Se plantea un problema y los personajes se enfrentan a él. Toda historia posee una estructura en la que los personajes viven una situación tranquila que de forma abrupta se ve turbada: «vivían felices, pero de pronto…
». Y en esa conjunción adversativa seguida de puntos suspensivos radica el quid de la narración, el nervio. Este no tiene por qué consistir en un cambio trágico ni violento, es decir, una narración puede hablar, por ejemplo, de cómo madura un adolescente, y el nudo consistiría en este proceso de maduración.
 » Desenlace. En él se resuelve el nudo. Puede ser feliz o triste… o abierto. En los cuentos de hadas, el final deberá siempre ser feliz, ya que lo pide su propia esencia. Tolkien denomina este desenlace como «eucatástrofe» y defiende que responde al legítimo deseo de felicidad inherente al ser humano. En la narrativa actual son ya tradicionales, desde la época de vanguardia, las narraciones sin un final claro abiertas a un sinfín de posibilidades.

¿Por qué es buena la épica para el alumno?

La narración es un mecanismo importante en el desarrollo lingüístico de todo ser humano. Leer y escribir historias ayuda al adolescente a crecer en claridad, concisión y verosimilitud. Uno de los objetivos de utilizar narración en el aula sería el de facilitar que el alumno descubra que «todos somos y podemos ser narradores». Narrar es aprender a contar lo que nos sucede, lo que creamos, lo que inventamos. El alumno debe hallar el placer de narrar una historia y nuestra función no es únicamente la de mostrarle los textos canónicos, los grandes clásicos, sino también enseñarle unos cauces básicos, a partir de los cuales él pueda desarrollar su capacidad creadora.

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TERCER PERIODO

1. Las historietas, los cómics y la caricatura.

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